Nunca ganaremos nada




Fue una noche que llegaba torcida desde el partido de ida en el que los gaditanos se pusieron 3-0 en lo que dura un popurrí inaguantable. Una eliminatoria de copa, como la de ayer, que dejó al Sevilla bajo la sombra de la decepción y a mi hermano y a mí con un largo camino de regreso.

Aquello fue en 2006, el Sevilla de Juande con Kanouté, Alves, Luis Fabiano o Maresca se veía sorprendido por los cadistas en una noche de sueños largos. Aquel día mi gen de adivino escribió una de sus páginas más ilustres, herido y cabreado por la eliminación ese “no ganaremos nunca nada” lo tengo grabado como el “qué desastre” que solté segundos antes de que M’Bia dejara al Valencia con la mascletà en la boca. Después de aquella eliminación copera estuvimos dos años sin perder una eliminatoria y nos empachamos de títulos sin tener ni tiempo para degustarlos.

Ayer no hice ningún camino de regreso a casa con mi hermano, como tampoco lo hago desde hace dos años. Ya no podemos desahogarnos tras una derrota o volver a revivir cualquier jugada que pintara la sonrisa en nuestros rostros. La distancia nos ha dejado sin enfados post partido, sin críticas por la falta de gol o sin recuerdos que nos sirveran como el mejor soporte para hacer más llevaderas esas madrugadas donde la gloria esquivaba a los fantasmas del pasado.

Aquel Càdiz estaba en primera división y nosotros vertiendo plata sobre las páginas amarillas de nuestra historia.


Foto de La voz digital.



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